¿Os acordáis del hijo de Ana Obregón y el Conde Lequio, ese niño repelente al que de buena gana darías un sopapo? Pues bien, ahora el niño ha crecido y, aunque sigue siendo igual de repelente, ya no se te pasa por la cabeza tratar de darle un sopapo. ¿Por qué? Porque al guacho se le ha puesto un cuerpo de portero de discoteca que si te da una ostia te viste de torero. Y como la criatura tiene un grupo de hip-hop y todos sabemos que la suma "hijo de famoso+músculos+cantante" suele dar como resultado fama y muchas horas de televisión, me da que le vamos a tener hasta en la sopa. Más madera para nuestra querida telebasura.
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