viernes, 31 de julio de 2009

20 años no es nada

Volver a los lugares donde has pasado momentos muy felices en el pasado siempre te produce una serie de sentimientos encontrados, pero más, si cabe, si lo haces acompañado de tu hijo/a.

Eso es lo que me sucedió a mí el otro día al ir con Lucía al pueblo de mi padre, Garciotum. Además no se trataba de un día cualquiera, sino del 22 de julio, el día que se celebra la festividad de Santa María Magdalena, “La Magdalena”, seguramente el día más importante para todos los garciotuneros, con lo cual la visita aún fue más emotiva.


El primer sentimiento que despertó este viaje al pueblo -y seguramente el más fuerte- fue el de alegría. Alegría provocada, además de por el reencuentro con familiares y viejos amigos, por ver como mi hija está viviendo ahora en ese mismo lugar lo que viví yo hace años. Es muy bonito ver como ahora es ella la que juega en las calles del pueblo, la que recorre el viejo 'atroje'* mirándolo todo con curiosidad o la que en el corral se acerca al borde del pozo y mira temerosa su oscuro interior.

Emociona ver como canturrea las típicas canciones de la fiesta mientras mira con admiración como los jóvenes del pueblo pasean el pesado ramo en la placituela. O como, tras sorprenderse de lo bien que huele la albahaca, rebusca entre los secos tostones el dulce huevo de almendra y los anisillos.**

Me parece increíble que ahora ya sea Lucía la que por la noche en el baile juegue al pilla pilla con sus amigos y pase corriendo esquivando a las parejas que con más o menos arte bailan en la placituela.



Y lo de menos es que esas parejas ya no sean las que yo esquivaba, porque quizá ésas estén ya para pocos bailes o directamente ni estén. Lo importante, lo verdaderamente importante, es que cada 22 de julio en nuestro pueblo siga habiendo parejas que bailen y, sobre todo, niños que pasen corriendo a su lado y lo pasen tan bien como lo hemos pasado todos los garciotuneros en las fiestas de “La Malena“ a lo largo de tantos y tantos años.

Os iba a decir el otro sentimiento que surgió con fuerza ese día, pero creo que ya lo habréis deducido vosotros mismos, porque el texto rezuma 'eso' por todas partes: nostalgia.

Hay que ver qué deprisa pasa el tiempo!", oías comentar a menudo de pequeño cuando tu padre saludaba a algún conocido del pueblo que miraba asombrado lo mayor que estabas. Y ese tipo de expresiones, que entonces te parecían simples frases hechas a las que no prestabas ninguna atención porque no iban contigo y parecía que nunca irían, ahora cobran pleno sentido.



Compruebas que el paso que hay que dar para pasar de ser el niño al que sus padres llevan al pueblo a que pase sus vacaciones estivales en casa de sus abuelos a ser el padre que lleva a sus propios hijos es muy, muy pequeño. Es alucinante que un día estés soplándote la herida que te has hecho en la rodilla al caerte de la bici y como, sin darte cuenta, te ves soplando y poniendo mercromina en la que se acaba de hacer tu hija. ¡Si la mía apenas si se había curado, joder! ¡Esto va demasiado deprisa!




Os dejo con el gran Gardel, que viene al pelo. "20 años no es nada", decía en su canción Volver. Ahora ya entiendo perfectamente que esa expresión es mucho más que una frase de un tango.










Ayer Lucía me preguntaba que significaba cursi y me costó explicárselo. Si hubiera sabido leer habríamos terminado antes, con leerse este post pastelón de su papá habría bastado.



* En Garciotum a la parte más alta de la casa, justo debajo del tejado, donde se solían guardar las patatas, las aceitunas, los aperos de labranza y objetos de todo tipo se le llama 'troje' o 'atroje'. En cambio en la zona del pueblo de mi madre, en Guadalajara, a ese habitáculo se le llama 'cambara' o 'cambareto' y en Segovia es 'el sobrao'. Y a buen seguro que en otras partes de España tendrá otros nombres.

** El día de la Magdalena los jóvenes pasean en la plaza de la iglesia un ramo formado por hojas de chopo mientras se cantan canciones tradicionales . A todos los que ese día se acercan al pueblo se les entrega un ramo de albahaca y un cucurucho de tostones (garbanzos torraos). Si queréis saber más del pueblo y de su fiesta podéis pinchar aquí o aquí.

4 comentarios:

Alberto V. dijo...

Parece que fue ayer cuando ibamos la pandilla de Madrid a remojarnos el culo al río que pasa cerca de Garciotúm y a hincharnos de botellines en la plaza del pueblo mientras esperábamos que la orquesta se tocara alguna canción hevylonga... Que buenos tiempos!!! Como el dice el post, el tiempo vuela y ya te hará menos gracia cuando Lucía en lugar de corretear por el baile, te pida 20 pavos para irse de botellón con las amiguitas.

Beni dijo...

Y el mismo comentario vale para Valverde, Zarzuela, Azuaga, Sanchidrián, Cobos y todos esos pueblos que seguimos visitando cada año, aunque sea un día, para seguir recordando lo bien que lo pasamos.

La chirla dijo...

Yo no podría haberlo escrito mejor, el mismo pensamiento el fin de semana anterior al 22.
Un saludito, te seguiré leyendo.

Unknown dijo...

Me has emocionado con tu relato.
Yo también he experimentado esa sensación hace poco, en la verbena de un pueblo cercano al mío, viendo a los hijos de mis amigas haciendo lo mismo que hacía yo cuando era niña. También en mi pueblo, viéndoles a ellos corretear de acá para allá, me recordaban a mi misma hace "taitantos" años... snifff...