Esta semana el accidente nuclear de Fukushima ha pasado de nivel 5 a nivel 7, el máximo establecido, hasta ahora sólo alcanzado por el accidente de Chernóbil. No sé si ya con esto los que decían que temer a la energía nuclear era como temer a los eclipses o a los hombres lobo por fin se bajarán del burro o si por el contrario seguirán empeñados en quitar hierro al asunto.
Precisamente el sábado pasado pusieron en La 2 un documental sobre Chernóbil. Muy oportuna su difusión, salvo para aquellos que no quieren debatir el uso de la energía nuclear en este momento -obviamente porque ahora en caliente llevan las de perder- y muy útil para llegar a dos conclusiones: una, que la energía nuclear tiene riesgos inasumibles (conclusión discutible para algunos) y, dos, los que mandan dejan mucho que desear (indiscutible).
Bajo mi punto de vista, viendo como se actuó -y se está actuando- en Chernóbil se llega fácilmente a ambas conclusiones, pero supongo que habrá gente que siga dudando. Para esos que dudan quiero contar alguna cosa que se dijo en este documental y me parece muy significativa. Inmediatamente después del accidente se trató de contener la emisión de radiación echando toneladas de arena y otros materiales sobre la central y, posteriormente, como seguramente sabréis, se construyó una especie de sarcófago para tapar la central. Este sarcófago de hormigón, construido con mucha premura, se diseñó de forma provisional, con la idea de que durara unos 30 años, tiempo más que suficiente sobre el papel para ir construyendo otro sarcófago mayor que tapara todo y que permitiera trabajar dentro de él. Porque, ojo, no se trata de tapar la central, dar por perdido un trozo de Ucrania y a otra cosa mariposa. No, es que hay que intervenir sobre la masa de combustible fundido que aún queda en el interior de la central para evitar males mayores, como filtraciones al subsuelo o, incluso, explosiones.
Pues bien, la realidad es que 25 años después del accidente el primer sarcófago tiene numerosas grietas y al nuevo sarcófago le faltan aún muchos años para ser una realidad. ¿Y por qué no está listo el nuevo sarcófago? ¿ Por qué su construcción acumula tantos años de retraso? Pues porque cuesta mucho dinero. Como casi siempre, ahí está el verdadero quid de la cuestión. Al parecer problemas técnicos -la radioactividad en la zona es mayor de la prevista por los técnicos que diseñaron el proyecto, lo que dificulta los trabajos sobre el terreno- han hecho que la factura, ya de por sí astronómica, aumente ostensiblemente. Ucrania no puede (o no quiere) hacer frente al coste y negocia con otros organismos (como nuestra Unión Europea o el G8) el pago de la factura. Y así estamos, discutiendo quien paga. Cómo si se tratara de la construcción de un parque o de un polideportivo municipal. Y mientras el primer sarcófago despedazándose.
Como veis todo muy tranquilizador, sobre todo teniendo en cuenta que en el interior de la central hay una enorme cantidad de sustancias radioactivas, como yodo, cesio o plutonio, la más peligrosa de todas. Sólo hace falta 1 mg de Plutonio para matar a una persona, y dentro de la central se estima que hay unos 100 KILOS de plutonio. Creo que suficientes para volver a decir "nuclear, no, gracias".
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