jueves, 15 de diciembre de 2011

Fortuna y privilegio


Dijo hace unos días Mª Dolores de Cospedal, la presidenta de Castilla-La Mancha, cuando anunció un nuevo plan de recortes que incluía, entre otras cosas, una bajada en el sueldo de los empleados públicos, que los funcionarios éramos afortunados por tener un puesto de trabajo estable. Y el consejero de Presidencia y Administraciones Públicas, en la carta que nos envió a los funcionarios para explicarnos dichos recortes, incluso fue un poco más allá, dijo que éramos unos privilegiados.

¿Afortunado?

Bueno, según están las cosas el solo hecho de tener trabajo ya es para dar las gracias y sentirse afortunado. No lo niego. Pero me sorprende lo mucho que me lo dicen últimamente; y, más aún, quién me lo dice. Bueno, siendo sincero, más que sorprenderme, me jode, hablando en plata. Porque cuando me levantaba a las 6 para poder estudiar un rato antes de entrar a currar nadie me llamaba afortunado. Cuando utilizaba mis vacaciones para preparar los exámenes de la oposición nadie me llamaba afortunado. Cuando mi sueldo era el más bajo de todos los de mis amigos nadie me llamaba afortunado. Y, por supuesto, en aquellos maravillosos años en los que cualquier chaval que colgara sus estudios y comenzara a trabajar en la construcción ganaba el doble que yo, nadie me llamaba afortunado. Más bien me decían pardillo. O, si había confianza, directamente gilipollas. Que es lo que ahora siento que me está llamando Cospedal al bajarme el sueldo y simultáneamente aumentarme la jornada laboral 2 horas y media a la semana.

¿Privilegiado?

Si puedo admitir en cierta medida que me llamen afortunado por tener trabajo, por donde no paso es porque me llamen privilegiado. De ningún modo. Tener un trabajo NO me convierte en privilegiado. Ni mucho menos. Gano 1100 euros al mes por desempeñar un trabajo de auxiliar administrativo que conseguí tras currarme una oposición en la que tuve con competir con muchísimas personas. En mi convocatoria concretamente hubo 12000 solicitudes para 350 plazas. Es decir, de cada 35 opositores aprobaba 1. Creo que este dato sirve para comprender que aquello no fue precisamente un paseo militar. Y la convocatoria era libre, cualquiera se podía presentar, únicamente bastaba con poseer el graduado escolar y pagar los derechos de examen. Eso y currárselo, claro, coger los libros y echarle tiempo. Porque ciertamente no hacía falta ser Einstein para sacarse mi oposición, no era un temario difícil, pero sí que hacían falta codos, sacrificios y renuncias. Esos y no otros -afiliación política, ser amigo de, familia de, etc.- son los ingredientes con los que todos los funcionarios hemos obtenido nuestro puesto de trabajo. Nadie nos regaló nada. Y que nadie se equivoque, después, una vez conseguida la plaza de funcionario, tampoco nos regalan nada. Desempeñamos una actividad laboral y a cambio obtenemos un sueldo, como cualquier trabajador. Y punto. De privilegios, nada.

Para complementar mi personal y discutible punto de vista con un toque más objetivo, voy a recurrir la definición que el diccionario hace de ‘privilegio’: “beneficio económico, social o político que se obtiene por poseer un cargo considerado elevado por el resto de la sociedad”. Al que con esta descripción le venga a la cabeza la imagen de un funcionario, por favor que se lo mire. Y completa el Larousse esa definición de privilegio con una frase de ejemplo: “los diputados gozan de ciertos privilegios”.

Y en cambio, paradojas de la vida, son ellos, los políticos, precisamente ellos, los que nos endosan el título de ‘privilegiados’ a los funcionarios, que en la mayoría de los casos somos humildes trabajadores mileuristas. Y encima gran parte de la sociedad les da la razón y aplaude estas medidas. Tiene gracia. Casi tanta como que una persona como Cospedal, con sus tres sueldazos y su marido millonario, me baje el sueldo y encima me llame afortunado y privilegiado. De chiste. Y lo peor es que todavía nos queda mucho por reír.

8 comentarios:

Soledad Ruipérez Chumillas dijo...

Suscribo de la A la Z todo lo que dices. No soy funcionaria pero he trabajado con ellos, algunos de mis mejores amigos lo son y muchos familiares y creo que es injusto que se les califique de privilegiados. Vamos como si una persona con buena salud tuviera que agachar la cabeza o pedir perdón cada vez que pasa a un hospital.
Gracias por tu reflexión y ojála llegue a muchos corazones "sin corazón".
S.Ruipérez

Anónimo dijo...

Quique,yo diría que ni sois privilegiados ni afortunados,mas bien ahora hacéis el papel de "saco de boxeo"en el que todo el mundo puede golpear.

La culpa la tienen los políticos,me da igual el color,ellos han llenado la Administración en enchufaos a dedo y personal de confianza ,hasta el extremo que al ciudadano ya nos cuesta distinguir un Funcionario de verdad de uno que solo esta allí ocupando un puesto que jamas se gano con su esfuerzo y si con su enchufe.

Nuestros políticos utilizan a los funcionarios como cabeza de turco de esta crisis ,mientras mantiene privilegios desvergonzados sin recortar ni uno.

La culpa? nuestra,tenemos los gobernantes que nos merecemos,por nuestra dejadez,permisividad y cobardia.

Saludos

Manuel Robaina dijo...

Totalmente de acuerdo con todo lo que expones.

Fidel dijo...

Pues siento mucho, ser la voz discrepante pero efectivamente quizá los funcionarios no son unos privilegiados y estoy seguro de que se lo han currado mucho, yo no soy funcionario, también me lo he currado mucho. Trabajo muchas, muchísimas horas entre semana y también en fin de semana y tengo que temblar cuando oigo que echan a los compañeros, por eso si que creo que los funcionarios sí son, al menos, afortunados -en un sentido coloquial de la palabra- sí, porque no tienen que temblar ante despidos y por lo que conozco trabajan muchas menos horas que yo cobrando lo mismo y si a los funcionarios les recortan el sueldo a mi también me lo han recortado porque se despide a la gente y a mí me cae más trabajo y por ende más horas sin aumento de sueldo. Para que os hagáis una idea, cuando nos absorbió mi actual empresa éramos 80, una año después 40, al año siguiente 20 y desde hace 9 meses 12, seguimos facturando lo mismo y os podéis imaginar en qué espaldas cae 8 veces más trabajo. La culpa? la crisis -¿qué crisis?- No me es agradable dejar este comentario ya que amigos muy entrañables a los que les han bajado el sueldo y, dejando a un lado los colores como bien decía antes alguien, me parece bien que a todos nos afecte un poco la crisis a ver si salimos cuanto antes de ella. Por otro lado, y esta vez sin dejar a un lado los colores, esta situación se ha generado por negar que se venía encima una crisis o, incluso, que ya estaba encima. Dejemos hacer a los que entran y no nos enfrentemos en cuanto nos tocan el bolsillo. Para que esto se resuelva a nivel general algo hay que hacer diferente a que se ha hecho antes, y si no, que les pregunten a los parados (familias enteras) por la diferencia entre "afortunado" y/o "privilegiado" a ver qué tienen que decir...

Por último lo que sí creo "desafortunado" es el comentario sobre el marido de una política, creo que nada tiene que ver con el artículo, y, si nadie demuestra lo contrario, no es un delito ser millonario... es, posiblemente un privilegio, pero no quita para que puedan calificar una situación independientemente de la suya o la de sus cónyuges... y que conste que yo no soy millonario ni parecido.

No obstante lo anterior,

Un abrazo muy fuerte,

AnaC dijo...

No se puede decir mejor ni más claro.

TUBRO dijo...

Yo estoy de acuerdo contigo, Quique, lo sabes, pero hay un problema. La mayoría de la gente no es funcionario, y lo ve desde otra perspectiva diferente. Tu y yo sabemos que en la administración sobra gente, o mejor dicho, el trabajo que se hace se podría hacer con menos personal (aunque ojo, funcionarios también son los policías, los médicos, los profesores, y reducir ahí no es bueno...). Y qué pasa cuando en la empresa privada sobra gente? Que la echan a la calle. Y en la administración no (aunque no es verdad del todo, doy fe, el mes pasado fuimos despedidos 800 interinos de la junta, y no precisamente porque no trabajáramos). Así que, cuando hay 5 millones de personas que no tienen trabajo, y otro montón cerca del despido, ven un funcionario, y piensan, qué suerte, quién lo pillara, y se quejan porque les bajen un poco el sueldo! No hay que confundir eso con que piensen que te hayan regalado el puesto. Entonces, comparado con ellos, eres un afortunado, es así. Si te comparas con Cospedal (o Pepín Blanco para enfadar a los de los dos lados), eres un pringado.

Quique dijo...

Gracias a todos por vuestros comentarios y por compartir aquí vuestros puntos de vista. Sois los mejores.

Franfri Aguilera dijo...

Estoy totalmente de acuerdo contigo. Yo también soy funcionario y me fastidia que los políticos, sabiendo cómo es la cosa, hablen con tanta ligereza de los privilegios y fortuna de los funcionarios. Afortunados y privilegiados ellos, quienes no tienen que demostrar méritos extraordinarios para cubrar sueldos, dietas y demás que están a años luz de lo que cobra cualquier afortunado que esté recibiendo un salario a cambio de su rendimiento. Ellos hacen de la política su profesión, pues cuando las urnas los expulsa de la poltrona, la mayoría de ellos ya tienen una nueva ubicación como secretario de no se qué o consejero de nos cuántos. Bueno,no vamos a acabar el año con acritud, sino con la esperanza de que el nuevo año sea mucho mejor que este puñetero 2011. Un abrazo y salud y muchos kilómetros.