Vamos con un pequeño dilema moral que me ha surgido y quiero compartir con vosotros. Resulta que se nos ha estropeado el frigorífico y el seguro de hogar que tenemos nos cubre el valor de los alimentos que se han estropeado, con un límite máximo de 300€. Basta con mandar, junto con la factura de la reparación, una lista con los alimentos que se han echado a perder y su coste aproximado.
La cuestión es, ¿pongo en la lista únicamente lo que realmente tenía, cuyo valor aproximadamente serán 100€, o completo esa lista con otros alimentos hasta llegar a los 300€? ¿Tú qué harías?
Por lo que me habéis ido contestado aquellos a los que os he contado el caso, está clarísimo lo que hay que hacer: ‘tangar’ a la compañía de seguros. De cajón. Pero yo, que debo ser el único habitante de Senolaf que ha nacido en España, quiero hacer lo primero.
Porque, vale, quitar 200€ a Groupama no es lo mismo que quitárselos a una pobre anciana en la calle, pero no deja de ser una mala acción. En eso coincidiremos todos. Y si estamos de acuerdo en que es una acción que no está bien, ¿por qué entonces la mayoría lo hace y, además, sin ningún cargo de conciencia? ¿Cómo justificamos esa acción y por qué la llegamos a ver con absoluta normalidad? Tan normal que, de hecho, lo que vemos raro y estúpido es precisamente lo contrario, actuar de forma legal y dejar pasar la oportunidad de embolsarnos 200 pavos ‘by the face’.
Quizá mi intención de actuar de forma legal tenga que ver con mi papel de padre, porque ser padre o madre implica ser ejemplo permanentemente para tus hijos o hijas, por lo que tratas de actuar siempre del modo más correcto posible. Si mi hija Lucía se enterara de ese fraude al seguro, ¿cómo se lo explicaría? ¿Y con qué cara podría yo decirle luego que no haga trampas cuando juega con su prima, por ejemplo?
Y dándole otra vuelta de tuerca, pero siguiendo con la cuestión familiar, ¿crees que esa acción contaría con la aprobación de tus padres? ¿Entra dentro de los valores que te han transmitido, de sus enseñanzas? ¿Crees que también ellos, en esa misma situación, falsearían la lista? Yo sinceramente pienso que no.
Tal vez la sociedad actual sea menos íntegra que la de hace 30, 40 ó 50 años y que hayamos ido perdiendo valores y moralidad por el camino. La falta de referentes ejemplares y la proliferación de comportamientos ‘piratas’ (Urdangarín, Camps, Matas, los ERE’s de la Junta de Andalucía, Pantoja, Campanario, etc.) seguramente tenga mucho que ver en ese deterioro. O tal vez no es que ahora los políticos y los famosos sean menos honrados que los de antes, sino que ahora, como hay más información, nos acabamos enterando de sus fechorías y hace 40 años no. No lo sé. Lo que está claro es que ese bombardeo de casos de falta de integridad y honradez no ayuda en absoluto a que los ciudadanos tengamos una actitud ejemplar. Al contrario, nos empuja a actuar de un modo incorrecto o, al menos, nos sirve para justificarnos en nuestras propias faltas. Pero, ¿ese “como todos lo hacen…” basta para justificar que nosotros también dejemos de ser honrados?
Shakespeare dijo “ser honrado tal como anda el mundo, equivale a ser un hombre escogido entre 10.000”. Y lo dijo hace ya 400 años, así que si hemos ido a peor, imaginemos cuantos ceros habría que añadir al final...