viernes, 24 de abril de 2009

Micro-relato regulero



Escribir un relato más o menos decente no es muy difícil, lo difícil es escribir un buen relato. En el caso de los ‘micro-relatos’, incluso escribir uno medianamente decente es complicadísimo. Hacer un buen micro-relato ya debe ser la pera.

Lo acabo de comprobar al intentar escribir uno para un concurso que ha organizado la Ser de Toledo. El problema es que sólo puedes utilizar 50 palabras y la temática tampoco ayuda mucho, porque debe versar sobre recuerdos de la infancia relacionados con la gastronomía o alimentos típicos de la región.

Por si alguien se anima, os dejo los datos:

Deberán ser enviados antes del 15 de Mayo a la Cadena SER en Toledo:

*Por fax: 925 21 20 58
*Por e. mail; hoyporhoy.toledo@cadenaser.com
*Por correo postal: Concurso “Aromas de nuestra infancia”. Cadena SER C/ Carreteros 1,1ª Toledo.

Los premios son:

*Circuito hidrotermal para dos personas en Hotel Hilton Buenavista 5* Toledo
*Comida degustación en restaurante “Kumera” de Toledo.


Os pongo el que he mandado yo. Es bastante regulero, creo que no gano el premio ni mandando un jamón al jurado...

Del huerto no queda rastro, pero la vieja higuera resiste. Ella no entiende expresiones como 'éxodo rural' o 'envejecimiento de la población agraria' y sigue dando higos, indiferente al abandono. Llevaré uno a mi padre, le hará ilusión saber que la vieja higuera que plantó el abuelo sigue dando frutos.



Y os pongo también el relato completo, en el que está basado el micro-relato. Justo lo había escrito para ponerlo en el blog esta semana. Es una historia de cuando era niño, en el pueblo de mi padre. Parece que fue ayer, pero ya han pasado por lo menos 20 años. Madre mía que viejuno soy ya…


No pensé que la cuesta se me hiciera tan dura. Desde abajo parecía más suave. Me cuesta mucho mover la bici, una vieja Motoretta heredada de mi primo Alberto que pesa como un muerto y que de vez en cuando patina debido a la arena y a las piedrecillas del camino. Al pasar bajo unos cables de alta tensión que cruzan por encima del camino notas un zumbido extraño que invita a pasar de largo lo más rápidamente posible.

Bueno, ya estamos arriba, ahora llegar al Puente de los Pilones es un paseo. Al dar una curva veo unas vacas que pastan en el margen del camino. Me miran con indiferencia y continúan a lo suyo. Mejor así, cuando se plantan en medio y miran con cara de mala leche no me gusta pasar junto a ellas, me da un poco de miedo.

Al llegar al Puente de los Pilones apoyo la bici en una piedra y contemplo los escasos charcos que son capaces de resistir el rigor del verano y que dan fe de que en otras estaciones del año por ahí corre un arroyo.

Recuerdo que un trocito del terreno que linda con el arroyo pertenece a mi abuelo. Creo que es justo detrás de esas inmensas zarzas. Sí, se entrevé la pared caída del huerto. Del huerto ya no queda ni rastro, pero la vieja higuera resiste el paso del tiempo. Ella no entiende -o no quiere entender- expresiones como 'éxodo rural' o 'envejecimiento de la población agraria' y sigue a lo suyo, indiferente al abandono. Es como el jefe de estación que aún sigue plantado en su puesto por si al tren se le ocurre volver a pasar por su vieja estación abandonada.

Y la higuera no sólo resiste, es que incluso está cargada de higos. Están muy verdes, pero de todas maneras cogeré uno para llevárselo a mi padre. Le hará ilusión saber que la vieja higuera que plantó el abuelo sigue dando frutos. Y de paso servirá para que me crea cuando le diga que con la vieja bici he llegado hasta el Puente de los Pilones.

5 comentarios:

microcomentario dijo...

Guay!

memoriahistoriastrikesback dijo...

Bueno, bueno, y con Javier que pasa?

Se está usted volviendo como TVE con las series, que echa un episodio, pica, y luego se olvida.

Menos higos y más seguir con la historia de Javier.

JOSEMANU dijo...

pues yo creo que puedes ganar!! ¿dónde hay que votar?

Beni dijo...

Je, je, yo todavía me acuerdo de ese día. Si no es por el higo que le llevaste, papá no se cree que hubieras llegado hasta allí tu solo por ese camino, con esa bici que pesaba dos toneladas, con el sol que cae en Garciotúm en pleno verano...

BERTIN dijo...

CON LA MOTORETTA?? JA NO ME EXTRAÑA QUE TU PADRE NO SE LO CREA, NO TE LO CREES NI TU. COMO HISTORIA DE FICCION ESTA LOGRADA, TE EVOCA RECUERDOS,(EN ESA FINCA YO CREO QUE ESTUVIMOS JUGANDO AL FUTBOL UNA SEMANA SANTA)PERO FIJO QUE EL HIGO LO COGISTES, POR NO DECIR ROBAR, EN EL OLIVAR QUE ES LO QUE DA, CUESTA ABAJO, DESDE TU CASA Y LUEGO TE TOCO CARGAR CON ELLA ANDANDITO CUESTA ARRIBA. PERO SI ES VERDAD, HEMOS PERDIDO AL SUCESOR DE PERICO.APRENDE BENI Y NO TANTO: PAPI COMPRAME UNA BICI DE 18 VELOCIDEDES.JEJEJE.
EL JAMON YO CREO QUE NOS LO COMEMOS NOSOTROS,PORQUE ESTO ESTA GANADO.UN ABRAZO