martes, 28 de septiembre de 2010

Huelga 2.0

Pues yo voy a hacer huelga. Sí, otra vez. Qué cansino, verdad?

Creo que así por una vez consigo poner de acuerdo a todos los lectores de este blog.

Mis amigos del PSOE me dirán que es un error porque haciendo huelga lo único que hago es favorecer al PP, que al fin y a cabo si gobernara estaría dándonos el mismo caldo que nos da ZP pero en una taza más grande.

Y mis amigos del PP me dirán que es un error porque haciendo huelga lo único que hago es seguirle el juego a los sindicatos, que no sirven para nada y sólo quieren vivir del cuento.

Ya. Pues como diría el Maki, "po fueno, po fale, po malegro". Yo creo que sí que debo hacer huelga. ¿Razones? Pues tengo unas cuantas, pero como coinciden en su mayoría con las que ha contado mi bloguero de cabecera, Nacho Escolar, con mucho más arte del que yo tendré nunca, me limito a copiar y pegar su texto.

Antes de dejaros con Nacho aclarar que sé que me he pasado en mi papel de víctima, me consta que, aunque poca, hay genta que coincide conmigo y también hará huelga. Soy raro pero no tanto.

Porque iré a la huelga general (por Nacho Escolar)

Han pasado sólo dos años, qué deprisa se olvida. Tal día como ayer, 15 de septiembre de 2008, la mayor bancarrota que vieron los tiempos dio la señal de salida a la peor recesión en décadas. Todo en esta historia es así, titánico, y aquel gigante naufragado se llamaba Lehman Brothers. Conviene recordar su nombre y la fecha que marcará pasa siempre nuestras vidas: 15-S. Aunque no lo parezca, no fue culpa ni de los liberados sindicales ni de los gitanos ni tampoco del precio del despido libre. Es la parte más obscena de la crisis: la desconexión entre sus causas y sus consecuencias.

Yo ya me he decidido. El 29 de septiembre iré a la huelga general por el 15-S y cuatro motivos más. El primero, por la reforma laboral; porque no creo en las recetas de esos economistas pirómanos que proponen apagar incendios con gasolina o combatir el paro abaratando el despido. El segundo, porque tengo un hijo de un año y, aunque sólo sea por él, me niego a rendirme ante la mayor estafa de la historia: que el fracaso estrepitoso de la ideología neoliberal se solucione con otras dos tazas de la misma sopa. El tercero, porque yo también conozco a sindicalistas egoístas y liberados perezosos, y creo que los sindicatos tienen mucho que mejorar. Pero me preocupa aún más que su derrota deje desarbolada la principal defensa de los trabajadores ante esos empresarios sin escrúpulos, que tampoco son todos como la caricatura de su representante, Díaz Ferrán, pero que también existen. El cuarto, porque me temo que la huelga no va a funcionar, y tengo debilidad por las causas perdidas.

Pase lo que pase, el 29 de septiembre la derecha podrá celebrar un éxito. Si la huelga triunfa, será una derrota del Gobierno. Si la huelga fracasa, será una derrota aún peor, la del sindicalismo. No será con mi ayuda.

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